El primer material es el papel. El de diario, no importa cuál, es el más práctico. Seguimos con pequeñas maderitas, astillas o ramas pequeñas. Una astillas que es ideal es la que podemos pedir en las verdulerías, más exactamente la de los cajones “descartables” de tomates. Al desarmarlo nos van a quedar unos listoncitos ideales para prender el carbón.
Por último, el carbón común de bolsa cuya cantidad dependerá de la carne a asar, se se calcula aproximadamente la misma cantidad de carbón que de carne, siempre hay variables como el viento o el tipo de carne que se quiera cocinar a tener en cuentas
La física y la química nos dicen que el fuego necesita oxígeno, es por eso que siempre debe haber espacios entre las astillas y los carbones, de lo contrario “ahogaremos” el fuego y se apagará.
Debemos tener en cuenta que el material más chico o inflamable enciende al mas grande, y este a su vez a otro mas grande, por eso seria engorroso tratar de prender el carbón directamente con papel y se debe colocar entre estos algo intermedio.
4 pasos para un buen fuego
Lo primero que debemos hacer es armar pelotas de papel de diario, no apretadas, y pondremos una al lado de la otra sobre la superficie del panchol, formando un cuadrado de 40 cm de lado aproximadamente.
Luego colocamos sobre el papel las astillas cruzadas entre si sin aplastar el papel y finalmente unos cuantos carbones sobre estas, siempre manteniendo espacios entre los materiales.
Ya podemos entonces encender el papel y ver como se va prendiendo la fogata. Lo ideal es dejarla trabajar unos diez minutos. Después de esto el papel y las astillas ya estarán consumidas y nos quedara el carbón encendido para seguir trabajando.
Encendiendo el carbón para el asado
A continuación nos vamos hacia el fondo todos los carbones y le agregamos una segunda tanda de estos. Esperamos otros diez minutos y ya tendremos una buena montañita de brasa para empezar a asar los manjares.
A medida que avanza el asado veremos si es necesario ir agregando más carbón para llegar al final o nos alcanza con lo que ya hemos preparado. Siempre es mejor que sobren brasas a que nos quedemos cortos, lo cual constituye además de una pérdida de tiempo, un alto deshonor para el asador que lo hace.